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Preguntas Frecuentes
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Un humidificador aumenta la humedad del aire, ideal para ambientes secos que provocan sequedad en la piel, irritación en la garganta o problemas respiratorios. Por el contrario, un deshumidificador reduce la humedad ambiental, evitando la aparición de moho, malos olores y alergias relacionadas con la humedad excesiva.
Si el aire de tu hogar está muy seco (por debajo del 40% de humedad relativa), notarás piel reseca, labios agrietados o congestión nasal: en ese caso necesitas un humidificador. Si, en cambio, la humedad supera el 60%, es probable que aparezcan manchas de moho, sensación de calor pegajoso o problemas de condensación: en ese caso necesitas un deshumidificador.
Tanto humidificadores como deshumidificadores deben limpiarse al menos una vez por semana para evitar la acumulación de bacterias, moho o sedimentos. En el caso de los humidificadores, el agua debe cambiarse a diario para garantizar un vapor limpio y saludable.
No. La mayoría de los modelos domésticos son eficientes y consumen muy poca energía, especialmente si los usas de forma intermitente o con temporizador. Además, algunos cuentan con sensores automáticos que regulan el funcionamiento según la humedad real del ambiente.